A caballo entre la meseta castellana y la depresión del Ebro, el Moncayo surge altivo y espectacular, y constituye la cima más alta del Sistema Ibérico (2315 m).
Su característico relieve, la frondosidad de su vegetación (en contraste a la aridez de las estepas colindantes), su variada flora y fauna, sus fuentes y cursos de agua, confieren a este monte y su entorno una riqueza paisajística de primer orden.